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Con financiamiento público, Coyhaique cuenta con nuevo monumento al Cacique Mulato

A fines del siglo XIX y hasta antes del genocidio contra los pueblos originarios del sur de Chile, poblaban la Patagonia los aónikenk, también llamados tehuelches o patagones. El último gran jefe de los aónikenk fue Chumjaluwün, el Cacique Mulato fallecido en 1905, tras contagiarse de viruela en un viaje a Santiago, donde se entrevistó con el presidente de la República, Germán Riesco, para solicitarle que dejara sin efecto la ley que traspasaba sus tierras a la Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego. Toda su familia murió de la misma forma.

Hoy, las historias del Cacique Mulato pueden palparse sobre lenga en mitad de la Carretera Austral en el bypass de Coyhaique, gracias al trabajo del escultor y artesano en madera Pedro Bórquez Paillacar, financiado por la línea de Pueblos Originarios del Fondo de Desarrollo Cultural y las Artes del Ministerio de las Culturas.

Pedro explica que para crear “El Recuerdo de una Historia Perdida” compró unos troncos de lengua de 2,70 metros de longitud en un aserradero cercano a Coyhaique y los llevó a su taller. Luego, partió el trabajo con motosierra y otras herramientas como Manpatools, innovadora tecnología coreana para este tipo de artesanías. Y gubias para el arte fino. El resultado son dos figuras de 2,5 metros de altura: una mano indígena que apunta al cielo y el Cacique Mulato que observa desde las alturas del río Simpson.

La obra está instalada en el mirador del bypass, sobre cuatro platinas metálicas, apernada al cemento, tras la respectiva resolución del Consejo de Monumentos Nacionales.

El seremi de Culturas Aysén, Felipe Quiroz, cree que “es sumamente importante que proyectos de esta envergadura se adjudiquen recursos de la línea de pueblos originarios del Fondart y le entreguen a las comunidades valiosos  testimonios de la antigua historia del territorio, como es el caso del Cacique Mulato y la tragedia que lo sucedió con el exterminio de su pueblo y de otros pueblos originarios del sur de América. Que las vecinas y vecinos de Coyhaique, y los visitantes futuros puedan conocer a través de la nobleza de la lenga la historia de nuestros ancestros Patagones nos muestra el camino por el que queremos transitar como ministerio y como Gobierno”.

El artesano Pedro Bórquez cuenta que “una obra de esta magnitud requiere más o menos un año de trabajo, porque acá no hay hornos industriales para secar este tipo de madera. Es una gran emoción y me cuesta dimensionarlo. Después de que la instale he venido varias tardes a visitarla y a revisar. Me llena de orgullo y de satisfacción porque es mi primera obra de carácter público y está instalada en mi ciudad natal”.

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